¿Viene la inflación?
Estamos a mediados del año 2021 y desde hace ya tiempo figuras prominentes del mundo económico, como Ray Dalio, Warren Buffet y otros muchos inversores, economistas y especialistas de salón avisan a quien quiera escuchar: ¡viene la gran inflación!
Pueden no estar de acuerdo en si ya ha llegado o le queda un poco para aparecer, en si va ser una inflación “preocupante” (digamos un 6% anual) o “desbocada” (la reencarnación de la república de Weimar), si va a tener algunas consecuencias “dolorosas” o va a ser el fin de nuestra era. Pero que nos espera inflación parece ser una certeza entre muchos economistas.
La economía ortodoxa tiene buenas razones para pensar así. Pero esta web se llama Economía poco ortodoxa y, por eso, vamos a argumentar por qué, pese a todo, no va a subir la inflación.
¡Y que la Historia juzgue!
¿Por qué debería dispararse la inflación?
La inflación es la pérdida de valor del dinero. Si con 100€ el mes que viene puedo comprar menos cosas que éste, es que hay inflación.
Ahora que estamos saliendo de una temporada de confinamiento por la COVID no es improbable que haya un pico de consumo, y por tanto de demanda, debido a necesidades que hemos reprimido durante un año. Este pico va a coincidir con una capacidad productiva que justo sale de un periodo de hibernación, por tanto no es improbable que veamos un repunte en los precios. Pero no es un repunte puntual lo que preocupa, es que durante meses los precios suban.
¿Por qué preocupa tanto?
En 2020, los bancos centrales del mundo inyectaron unos 6 billones de dólares (1) en la economía maltrecha por la COVID. A la cabeza, la Reserva Federal americana (FED), seguida del Banco Central Europeo.
Según los datos del Banco Mundial en 2018 el dinero en circulación a nivel mundial, contando billetes, monedas y cheques, rondaba los 36 billones de dólares (unos 106 billones si se toman también en consideración otras formas análogas, como el dinero en cuentas corrientes o en depósitos bancarios). Con este dinero se compran y venden los productos y servicios que genera el planeta entero. Si de repente aparecen 6 billones (6.000.000.000.000 $) más, creados de la nada y sin otro respaldo que los títulos de deuda que dejan tras de sí, según la teoría tradicional se debería desatar una inflación galopante, porque hay mucho más dinero para comprar lo mismo.
Y en 2021, ¡la FED lleva otros 4 billones más inyectados en la economía de EEUU! 4 billones en una economía de unos 19 billones de PIB anual.
¿Cómo puede alguien pretender que la inflación no va a aparecer? Siga leyendo…
Por qué no va a haber inflación
Hay varias razones para que no venga esa gran inflación anunciada, por lo menos no en las principales economías, que son las que pesan a nivel mundial. En mi opinión, dos son bien conocidas y contribuyen, pero no son la razón principal. La tercera es la que está costando ver.
Las dos razones conocidas:
El mercado de valores y los inmuebles absorben el dinero
Gran parte del dinero inyectado en la economía en estos últimos años, por medio de expansión cuantitativa, acaba en el regazo de empresas y grandes inversores. Estos lo invierten en lo que más les renta. Las inversiones seguras, como bonos del estado, dan intereses en torno a cero o, incluso, negativos, por tanto interesan poco.
Queda la bolsa y los inmuebles. Y estos, efectivamente, están teniendo un crecimiento espectacular. En este sentido sí se puede decir que hay inflación, una inflación de activos. Pero la inflación de activos no se incluye en el cálculo del IPC (índice de precios al consumo), que es a partir del cual los organismos gubernamentales (el INE en España) determina la inflación. La inflación de activos sólo influye indirectamente, por ejemplo como subida de precio en los alquileres de viviendas, dato que sí registra el IPC.
En cualquier caso, las inversiones en bolsa y en el mercado inmobiliario absorben un dinero , que no contribuye a la inflación, y ralentizan su circulación (técnicamente: se reduce la velocidad del dinero). El dinero cambia mucho menos de manos y, a fin de cuentas, es casi como si todo ese dinero se aparcara en una caja fuerte. Dinero que no circula, dinero que es como si no existiera.
La población en los países desarrollados envejece
Cada vez hay más jubilados. Los jubilados consumen menos que la población activa. Cae la demanda. A igualdad de producción, los precios disminuyen. En algunos países, como España, somos cada vez menos. Esto es una presión deflacionaria potente y lleva años viéndose, por ejemplo, en Japón, un país que lleva treinta años luchando por conseguir algo de inflación.
Ahora hablemos de la principal razón por la que creo que no vendrá la superinflación:
No es la masa monetaria, es la capacidad de producción
El aumento de la masa monetaria devalúa los precios, sí. Pero sólo a igualdad de producción.
¿Qué pasa si hay más capacidad de producción que demanda? ¿Y si la demanda se ve reducida por falta de dinero circulante?
La tecnología ha mejorado los sistemas de producción mucho más de lo que indicadores como el PIB o la productividad dan a entender.
Se fabrica más y más barato. Se reduce la necesidad de mano de obra. Trabaja menos gente, se le paga menos y los desempleados no son reabsorbidos por el mercado de trabajo. En el paro no producen y tampoco consumen. Se crea un exceso de oferta. Al haber más oferta que demanda, bajan los precios: hay deflación.
Cuando los bancos centrales inyectan dinero en la economía, aunque sea con poca eficiencia, éste acaba llegando a personas que viven con lo mínimo y les da la oportunidad de volver a ser consumidores normales, creando demanda.
Puede parecer anti intuitivo, porque estamos acostumbrados a ver la economía con la perspectiva de un tendero y no con la de un organismo que puede crear dinero, pero cuando hay una gran capacidad de producción, regalar dinero beneficia tanto a los que lo reciben como a los productores de bienes y servicios.
El aumento de demanda beneficia a los productores: venden más y ganan más.
Por tanto, los bancos centrales están haciendo lo que tienen que hacer: aumentar la masa monetaria, y con ello el dinero en circulación, con la esperanza de que éste llegue al ciudadano y aumente su capacidad de consumo. La economía crece.
Si alguien piensa que esto necesariamente tiene que salir mal, que sepa que el BCE y la FED llevan haciéndolo diez años. En este tiempo la inflación no sólo no se ha disparado, sino que estos organismos se han quedado muy por debajo de su objetico de inflación del 2% anual. La razón es esa deflación subyacente debida a la tecnología.
¿Cuál es el precio de este crecimiento inducido por los bancos centrales? Un apunte contable, una deuda. En la importancia de esta deuda hay otra divergencia de opiniones. Los partidarios de la Teoría Monetaria Moderna sostienen que mientras haya recursos ociosos, la deuda puede crecer tranquilamente porque el banco central es dueño de la moneda y no quiebra. Los clásicos creen que esa deuda será un peso insoportable para las nuevas generaciones.
¿Quién tiene razón? Da para una larga discusión, pero supongo que si viniera alguien del espacio exterior sin idea sobre todo esto, nos preguntaría: ¿qué vale más económicamente? No tener deuda, que mucha gente esté parada y que las empresas produzcan por debajo de su capacidad. O tener deuda (una convención sin manifestación física), que mucha gente trabaje y que las empresas produzcan más.
Referencias: